La llegada de un lujoso Lamborghini al humilde pueblo de Baní, en la República Dominicana, generó una oleada de críticas hacia el pelotero de Grandes Ligas Wander Franco.
Aunque muchos esperaban que su éxito deportivo fuera motivo de orgullo, el costoso vehículo rápidamente desató controversias entre los habitantes de su localidad natal.
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Franco, quien ha destacado como una joven promesa en el béisbol, ha acumulado fama y fortuna en los últimos años.
Sin embargo, algunos fanáticos consideraron que la exhibición de su automóvil de lujo en un pueblo con necesidades económicas fue insensible.
«Con tantas cosas que se podrían hacer para mejorar Baní, traer un Lamborghini parece una burla», comentaron en redes sociales algunos residentes, donde las imágenes del automóvil rápidamente se hicieron virales.
Por otro lado, hubo quienes defendieron al atleta, argumentando que tiene derecho a disfrutar de los frutos de su trabajo.
«Wander ha trabajado duro para estar donde está, y nadie debería cuestionar cómo gasta su dinero», señalaron sus defensores.
Este episodio ha puesto en evidencia la desconexión que a veces surge entre las estrellas deportivas y las expectativas de sus comunidades.
Aunque no es la primera vez que un deportista exitoso enfrenta críticas por su estilo de vida, el caso de Wander Franco ha abierto un debate sobre cómo las figuras públicas pueden equilibrar su éxito personal con el impacto que generan en sus raíces.